Os comparto un artículo de opinión de Ignasi Argay, realizado el 30/06/2018 en el Diari Ara. Una reflexión interesante en relación a la vocación del profesorado, así como el amor por la enseñanza y el contenido a trasmitir.
El alumno tiene siempre la libertad de escuchar o no escuchar al maestro, de admitir o no admitir su influencia, es el único que puede decidir si el profesor conoce la materia que enseña y si la quiere.
El autor destaca que para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizje no es suficiente la aplicación de ciertas metodologías o implementación de tecnologías digitales, sino que el docente debe transmitir pasión y amar la materia.
Para mover la voluntad de los niños, para atraer su interés, no basta con autoridad, con diversión, con tecnología o con infundir espíritu de superación. Hay algo más. Es necesario que se les encomiende la pasión interior que anima el que enseña. No se trata propiamente de estimar los alumnos, sino que ellos capten la estimación nuestra por lo que hacemos, que vean que nosotros también siempre queremos saber más.